martes, 25 de marzo de 2008

El poema de Adán y Eva

Al polvo llega Amor y un día bueno,
que se engrandece para sus sentidos,
ya que se abren sus ojos conmovidos
a un rumor de aguas y árboles sereno.



.......I (nacimiento de Adán)
Estas manos retienen aún la tierra
y el rocío callado de las flores
donde justo dormía yo hace poco.
Esta vida descubre los colores
que son mi gozo: un cielo que se aferra
al barro y a la música que evoco.
Doy nombre a lo que toco
o a lo que me toca:
el viento, el sol, la boca
que me da de su aliento la existencia,
porque su amor está en mi consciencia,
lo que siempre sabré en mi corazón.
Amaré en inocencia
este cuerpo y su sombra en la extensión.


.......II (nacimiento de Eva)
Desde el sueño carnal es bienvenida
el alma que dormía entre mis huesos
y que hoy respira descubierta al sol.
Si en mí sus ojos se encontraban presos,
ahora lo está su amor bajo mi vida
-divinas manos fueron el crisol-.
Yo la nombro Varona,
y ella entiende mi canto;
enjugamos el llanto
de la totalidad. Y su persona
corre buscando la florida zona
donde en cada lugar siempre me encuentra.
¡Y cómo se emociona
nuestra carne común cuando Dios centra!


.......III (La caída)
Éxtasis es el conocer las cosas
con los nombres que yo no había dado
y que ahora a mi tacto se me dan.
Éxtasis de este fruto desgajado,
su sabor, y las huellas sudorosas
de mi mujer que ignoro a donde van.
Porque yo soy Adán,
y hoy he visto de nuevo.
Ya en mi corazón llevo
las marcas de mi grande rebeldía;
y mis ojos contemplan la agonía
lenta de lo que la Palabra dio.
El éxtasis vacía
este mirar que un día me alegró.




23/01/91