domingo, 11 de diciembre de 2016

El que ama a Dios...

Aquel que ama al Señor, ¿no querrá también a su pueblo?
El que se alegra en Dios ¿no se agradará además por sus salvos?
El que preside en las alturas y sobre los grandes,
¿se olvidará de sus pequeños?
¿Se olvidará, mi Dios, de sus criaturas más humildes,
las que apenas sobresalen por encima del polvo?
Mi Señor da a quien él quiere de su misericordia,
pero no menosprecia lo pequeño.
Porque hay maravillas en todo lo creado,
desde un monumental enjambre de galaxias
hasta en el extraño vuelo de un átomo en el aire.
Que si pudiésemos ver en el interior de un átomo
nuestro asombro sería el de un rubor insospechado.
Por lo que no termina de sumar mi admiración.
Mi corazón se endulza en la alegría
y en la abundancia de misericordia
que muestra mi Señor
para la paz sin fin de sus pequeños.


11 de diciembre de 2016