domingo, 26 de septiembre de 2010

Parusía

Desde la altura más gloriosa llegan
el Señor y sus guardas celestiales
procurando elevar a todo electo
al cielo de horizontes palaciales.

Que en nube y gloria viene mi Señor,
con cetro en mano por su iglesia amada.
Ruge el vindicador de todo amor
desde el valle del éter de su Armada.

Trae toda la luz de promisión
y también el imperio judicial;
es Cristo subitáneo vendaval
esparciendo en el mar revolución.

Hondo abismo de intrínseca negrura
rompe un simún de luz tu corazón.

EL TEMPLO DEL ESPÍRITU
 
Paráclito, columna celestial,
tu luz da arquitectura a mi Escorial,
que aquí, con fábrica de bloques vivos
y en gran cantera de misericordia
se alza mi cuerpo absorto por tu amor.

Mas no voy solo en esta maravilla:
más almas vas juntando a tu concordia
y ayudas nuestro ruego con tu voz,
oh Intercesor.

En nube y gloria llega mi Señor.



15/10/2003