viernes, 4 de abril de 2008

La ciudad del hombre

Hay ciudades sin salida
y su gente sin distancia.
Todo es un heterogéneo mar de asfalto
y puentes a laberintos empolvados.
El único escape se nos abre
al ir excavando en paralelo
al ventiscoso rumor de alcantarillas,
o a un jugar sencillo
en la cuesta arriba
de la lluvia por las noches.
Esta ciudad a pesar de su grandeza
no atesora a Dios.
No está el Señor en ninguna
de las obras jactanciosas de los hombres.
No en esta masa geométrica
de cemento y carne.


17/09/99