Cuán bueno ha sido Dios para su pueblo;
nunca olvidó el Señor a sus amados;
que aun en la soledad miró por ellos
y en el desierto pan les compartió.
Fueron generaciones incontables
que Jerusalén no vio a los suyos;
los días numerosos como el polvo
en el llanto nostálgico de siglos.
Mas su promesa había sido dada,
y su pueblo de cierto volvería.
Y bien que su palabra se cumplió
a los ojos de todas las naciones.
¿Qué justificación tendrán ahora
los que niegan sus obras poderosas,
y que no reconocen la verdad
de su pacto y su cierto cumplimiento?
Vemos luz en los dichos del Señor
y no se perderán quienes los oyen.
¿Qué promesa hay de Dios que no se cumpla?
Su Palabra es la Roca de este mundo.
12 de mayo de 2018
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