sábado, 5 de enero de 2008

El sendero del alma

Esta melancolía de mis ojos
que no se cansa y sigue su camino,
ve a lo lejos la marcha de los otros
que ya tienen su paso definido.

E intrigado, mirándolos perderse,
me preguntó: ¿Por qué yo no los sigo?
Ciertamente no hay nada que me niegue
ir tras sus pasos siempre conocidos.

Pero mi instinto sabe otro sendero,
y por él me adelanto adolorido,
tropezando a menudo en las visiones
que tienen los viajeros al inicio.

¡Y hay quien me quiere acarrear consigo!
Pero yo voy a donde es más la luz,
al recuerdo de un día primitivo.

A contemplar de nuevo el paraíso.


8/03/90