La gran obscuridad callando nace
como un habla que cesa en mi presencia.
Es noche donde nadie quiere guiarme,
un pálpito que espero y nunca llega.
Ya nada veo en mí sino tiniebla,
solo un triste baldío por paisaje,
algo como un dormir estando en vela
y un mirar maniatado como en cárcel.
Sé en tal noche, Señor, si así lo quieres,
el báculo seguro de mis pasos,
sé los ojos clementes de este ciego,
sé la voz que traspase las paredes,
y con roce de timbre soberano
rompe del corazón su gran silencio.
20 de diciembre 2025