Mateo 14: 24, 25.
Un sonido tiene el mar
que oyen buenos pescadores,
buenos de esperanza, que oyen
la canción del horizonte.
Es quizá que el ruiseñor
no desea ya su bosque;
o es el canto de una tierra
sumergida, o son los dioses.
Y se encrespa más el mar
como un látigo en la noche,
pero el bello canto sigue
y prosigue dando voces.
¡Y aquí viene! Amor osado
que se acerca en forma de hombre
sobre un mar enfurecido
que ignora quien la faz pone
valeroso ante el ciclón.
¡Llega nuestro Redentor!
6/06/90
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