No acaba la esperanza,
mientras amor exista en las mañanas
de oración, y se escuche de cercanas
voces pedir por nuestra redención.
No mientras la razón pueda ensancharse
al solo vislumbrarse
un tanto de calor en nuestras manos.
Cánticos soberanos
saben de la alabanza,
saben en mi cuaderno a la esperanza.
31 octubre 1993