De la orilla del viento desgarrado
un alma se atrevió a hablarme a mí;
mas dudé, y la creí el eco vago
que quedó de unos labios olvidados.
Pero el alma iba cálida a mis ojos;
ni mis sollozos lo impidieron; vino
como lo hace la suave luz del alba
alzando a despertar.
3/08/91
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